La regla de los dos minutos para los hábitos [Hábitos atómicos]

En el magnífico libro Hábitos atómicos, de James Clear, el autor habla de cómo mejorar tu vida a través de los hábitos y, más concretamente, de cómo conseguir crear, mantener y mejorar tus hábitos cotidianos.

Una de las ideas que más me gusta del libro es la regla de los dos minutos aplicada a los hábitos. Se inspira en la regla de los dos minutos de GTD, sobre la que puedes leer en esta guía de getting things done, y te puede ayudar no sólo a establecer nuevos hábitos, sino, más importante aún, a mantenerlos en el tiempo.

La regla de los dos minutos aplicada a los hábitos

La premisa fundamental que establece el autor es bien sencilla: a la hora de crear un nuevo hábito, no debe llevarte más de dos minutos.

Siguiendo esta regla, salir a correr se convertiría simplemente en calzarte tus zapatillas deportivas, leer más se reduciría a leer una página cada día, planchar la ropa sería planchar una camiseta, escribir un libro pasaría a ser escribir un párrafo… ya entiendes el concepto, ¿verdad?

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La idea es que, al inicio, ese hábito sea lo más sencillo posible, reducir la fricción que puede llevarte a ni siquiera comenzar o a abandonarlo a los pocos días. Obviamente, nadie que pretenda ponerse en forma o completar una carrera lo conseguirá sólo poniéndose las zapatillas de correr, pero es un primer paso extremadamente sencillo que nos pone en la dirección correcta.

Y según James Clear, una vez que comenzamos a hacer lo correcto, nos resulta mucho más sencillo seguir haciéndolo.

Comenzar a establecer un hábito por lo más sencillo dará paso a lo sencillo que a su vez dará paso a lo moderado que dará paso a lo difícil culminando con lo muy difícil. Tal y como aparece en el libro:

Muy sencilloSencilloModeradoDifícilMuy difícil
Ponerse las zapatillasCaminar 10 minutosCaminar 10.000 pasosCorrer 5 km.Correr un maratón

Estandarizar antes de optimizar

Aunque pueda parecer ridículo leer una sola página, el objetivo es establecer esa rutina, crear ese hábito, como te decía antes, con la mínima fricción posible. Tú sabes que tu objetivo real no es leer una sola página, pero debes estandarizar antes de optimizar. No puedes mejorar un hábito que no existe.

Consigue que el inicio sea sencillo y el resto se dará de forma natural.

Lo bueno de esta estrategia es que refuerza la identidad que quieres adoptar. Leer, aunque sea una página, te convierte en una persona que lee todos los días. No faltar al gimnasio te convierte en una persona que cumple con su entrenamiento. Escribir un párrafo te convierte en una persona que escribe.

Es mucho mejor eso que no hacer nada. Con el tiempo y cuando el hábito esté establecido podrás ir mejorando y ampliando.

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