Compra mi tiempo

Empecé a trabajar en 1998 con pequeños contratos temporales en centros comerciales.

Lo mismo reponía leche en el supermercado que me disfrazaba de Papá Noel o Rey Mago y me hacía fotos con niños que se preguntarían por qué ese Papá Noel estaba tan canijo y se rascaba tanto la barba [Si alguna vez te has puesto un disfraz barato con una barba falsa sabrás de lo que hablo].

No ganaba mucho, pero era un trabajo fácil.

Después de eso y tras haber estudiado diseño gráfico trabajé en una pequeña editorial. Fue mi primer contacto con el diseño en un entorno profesional.

Sólo fueron unos meses, pero guardo buen recuerdo.

Cambié de trabajo para entrar en una empresa de informática como diseñador-y-lo-que-surja también conocido como chico-para-todo. Diseñar diseñaba poco, pero en ese trabajo me solté en atención al público y en el trato con clientes y proveedores. También aprendí lo que es tener un jefe un tanto pirata.

Aún conservo como amigos a algunos compañeros de aquel curro.

En el año 2004 cambié de nuevo de empleo y comencé una travesía por el mundo de las artes gráficas que duró 15 años. Trabajé en imprenta de gran formato, en imprenta offset y en imprenta digital y en cada una desempeñé diversos puestos. 

Diseñé, preparé archivos para la impresión, imprimí en máquinas de varios tipos, manipulé, corté, empaqueté y repartí. Traté con clientes, traté con proveedores, hice presupuestos, albaranes y facturas. Algunas nunca se cobraron y aprendí a detectar listos a kilómetros. Lidié con jefes, con compañeros, con clientes y con proveedores.

Cuando en 2019 por fin me dediqué por completo a mi propio negocio era una persona totalmente distinta de la que se disfrazaba de Papá Noel para vender paquetes de Ariel.

Seguía teniendo barba, pero ni era blanca, ni era falsa ni picaba.

Estaba algo menos canijo. Eso sí.

Llegar hasta ahí no fue sencillo. Pasaron dos años en los que compaginé mi trabajo a jornada completa con la consolidación de mi negocio.

Mucho trabajo y poco sueño.

Mejor dicho, mucho trabajar y poco dormir. Sueño, todo el del mundo.

Pero dice el refranero español, que tiene para todo, que sarna con gusto no pica, que querer es poder y que poco a poco se anda lejos. Así que después de toda esa travesía, hoy trabajo con el horario que me apetece, en mi casa y con más ingresos que nunca en toda mi carrera.

Esta es mi historia. Hay historias mucho mejores, pero no son la mía.

Si crees que te puedo ayudar a crear o consolidar tu negocio online, a mejorar tu productividad o a gestionar mejor tu tiempo en general, puedes reservar una sesión de una hora conmigo.

Si al finalizar crees que no te he ayudado, te devuelvo tu dinero.